lunes, 27 de febrero de 2017

Lluis Llach. La renuncia como resistencia


Lo que me pasa con Lluis Llach es una mezcla entre un estado hipnótico  incomprensible y una admiración profunda. En él la honestidad tiene una raíz de entrañable profundidad y pertenencia, al punto de no ser aquél cantautor que levite en el aura del éxito propio sino más bien un artista conectado de manera trágica, cual mito griego, a un destino que no podría ser externo a él sino que más bien vive o muere con él.
No es el típico cantautor, para nada.

Mi relación con Llach comienza a fines de los 80s, lo conocí en los programas de la radio futuro que programaba cada domingo a las 23 hrs. música del mundo, nueva, distinta, de calidad. Ahí conocí a Flairck, discografía completa de grupos como Sky, Spyro Gyra, Focus, Peter Gabriel y sus experimentales incursiones con músicas de distintas etnias, etc. Hasta que una noche aparece este cantautor catalán y un recital llamado Barcelona gener 76, un piano más una banda muy pequeña y unas canciones que me impactaron mucho. Las canciones las tenía que entender, saber que me estaba diciendo y así logré hacerlo; un amigo de familia, un cura catalán llamado Juan Bagá, me tradujo con mucha pasión L’Estaca y un par más y quedé flechado de aquel entonces a su obra.

Luego en ese mismo programa de radio escuché otro disco de Llach llamado Verges 50 y fue una revelación muy potente para mí; en aquellos años mi relación con la dictadura en Chile estaba rodeada de protestas, cárceles, guanacos, calle, manifestaciones y arrancar fuerte antes del toque de queda y una banda sonora hecha de guitarreos comunitarios con Serrat, Silvio, Pablo, la negra Sosa, Inti-Illimani y el Quilapayún, todos eran polos comunes entre todos los que soñábamos con la democracia.
Verges 50 escrita por un cantautor de protesta catalán es un disco con un formato sinfónico con gran obertura, orquesta con finísimos arreglos y canciones, una obra musical muy bien elaborada, muy fina, algo que se salía del molde pero conservaba un contenido de exquisita complejidad musical que podría parecer pretenciosa pero tenía esa cosa de cajita de música y de pueblo con mucho de vidas humanas dentro. Desde ahí me fui convirtiendo en un investigador escondido de Lluis Llach, un detective curioso y hambriento porque la figura del cantautor se abrió a un espacio completamente nuevo, diferente a todo lo que yo había conocido.
Lo sumé rápidamente a mi lista de favoritos que era larga y ecléctica junto a Cat Stevens, Bob Dylan, Serrat, Brassens, Brel, Maxime LeForestier, Angelo Branduardi, Silvio y Pablo entre otros y otras.

Pero Lluis Llach era distinto y me tendría guardada más de una sorpresa en el futuro.

Hoy hace 2 años lo redescubrí gracias a internet y Spotify, y me encontré con muchos años de ausencias entre su obra y mi curiosidad, como si yo me hubiera ido hacia otro lado y él se hubiese quedado atrapado en aquel programa de radio de los 80s con dos discos solamente y mi sorpresa inquieta congelada.
Lo saqué del polvo y por fin pude conocer su vida, su historia y su obra además claro, de bajar toda su discografía como un fanático apurado por un silencio probable.
Desde entonces me acompaña muchas veces mientras pinto como una compañía inevitable, se me cuelan sus canciones como un regalo de extra belleza, como si nadie las escuchara y fueran pequeñas estrellas que iluminan tanto de día como de noche.

Hay un conjunto de elementos que se fueron juntando con Llach y su música para convertirlo en ese acompañante fiel que van más allá de ser una banda de sonido detrás de mí y mi trabajo de pintura. Mientras trabajo, escucho sus historias y comparto mi concentración entre su música y lo nada de catalán que sé y que trato de entender porque la música se cuela traspasando el lenguaje, lo abraza y lo hace único y puedo entenderlo en su voz magnífica, su teatro completo cuando suena su piano y las orquestas, los coros, los vientos, las cuerdas. Hay un resumen mediterráneo natural e ineludible en sus creaciones y eso implica la tragedia. Esa tragedia se siente fuerte gritada y lamentada en Campanades e morts y después viene un cariño dulce y suave de una pequeña canción como Laura, Abril del 74 o Amor particular.

Pero eso no es todo, Lluis Llach me golpeó profundamente cuando decidió renunciar a seguir la carrera de músico e hizo un último concierto en Verges su pueblo natal el año 2007. Decidió no seguir haciendo su vida unida al arte, a la música, eso me impactó profundamente, ¿porqué hacer eso? Y entonces encontré la respuesta en este video.



 Y aprendí algo nuevo, una nueva sorpresa convertida en lección para un artista; lo que hagas tiene que tener sentido para la sociedad, va de la mano tuya para otros y otras, uno crea porque detrás de ello hay una misión paralela que ha de ser un regalo para otros, una especie de luz o una silla en la mitad del camino para descansar. Y eso contiene dolores, esperanzas, sueños de quien crea y expone.

Llach es un radical, sus pasiones y sueños van amarrados a una ideología clara, a un movimiento, a una historia llena de compañeros muertos, ha sufrido la censura y el exilio y el cierre de puertas de trabajo en su propio país por ser autonomista independentista y por defender el lenguaje catalán como una bastión único símbolo de expresión e identidad de un pueblo. Es un dinosaurio sobreviviente montado en su unicornio de utopías que cabalgó hasta que el mundo cambió de manera infame y en lugar de aquellas palabras dulces como ternura, compañeros, amor, compartir, soñar, libertad aparecieron las otras como competir, ganar, tener, éxito, consumir.

En ese momento mi querido trovador se bajó de su unicornio y la utopía no estaba ni había cuernos, y el mundo pasaba oscuro, rápido, egoísta, ignorante, frío, agresivo. Los que soñaban con él cambiaron sus realidades como resultados de esos sueños y su Cataluña amada ya no estaba ahí para ser la tierra amable e idealizada donde los chicos y chicas de los 70 apretaban sus puños y ponían el pecho a las balas de Franco. España no fue la misma, no fue lo que soñó el y sus compañeros, no hubo castigos, las familias siguieron divididas hasta ahora, la democracia soñada se reunió en una misma mesa con el señor dinero y todo se negoció para que ganasen los mismos en silencio y a espaldas del pueblo, y todos en paz y “España va bien!!” fue el slogan.
No es muy distinto a lo que les pasó a muchos en Chile, suena conocido no? No hubo una conversión a realidades que soñamos, todo se fue pudriendo de a poco, izquierdas y derechas unidas, empresarios, todos comprando, compitiendo y bailando la danza de la mentira y la tontera en un salón de baile triste y decadente.

Entonces ahí si entendí la última y definitiva lección del artista; para que seguir? Que sentido tiene para los otros decir lo que quiero decir? Que hacer en este escenario con dinosaurios como yo coreando L’estaca, Lluna, Venim del nord, venim del sud o La gallineta? Para qué? Ya soy viejo y dije lo que debía decir y el mundo giró para el lado opuesto, no ganamos y ya estoy cansado. No puedo crear música en ese estado y menos deseo hacer la parodia del artista como dice Fito. El sentido que tiene para mí es el sentido del amor y fidelidad a un sueño colectivo, un amor que ya no está. 



El retiro como resistencia es una acción de arte finalmente, la más fuerte la más dolorosa y la que más enseña, la que deja abierta las heridas de artista para ser sanadas durante el presente y el futuro por nuevas generaciones.

Por eso Verges el 2007 es un símbolo lleno de amor y respeto a si mismo como artista, a su pueblo, a su historia, sus profesores, sus amistades, sus compañeros, los caminos y las salas que llenó, a su mensaje con sentido mientras lo tuvo aunque seamos idealistas y pensemos que debiera volver porque es parte de quienes amamos su obra ser egoístas y frágiles ante la entereza y el coraje de hacer lo que hizo Llach.

Hoy se sabe que de pronto agarra su piano y su guitarra y hace pequeños recitales sin mayor publicidad, que colabora con otros músicos, que está en estado piola y dedicado a su Fundación de ayuda a Senegal, que pasa la mitad del tiempo allá, que se va de Cataluña para siempre, que es un misterio, que nadie sabe mucho, que hace poco salió del closet, que es millonario gracias a las buenas ventas que tienen sus vinos exclusivos, que de pronto aparecerá pero nadie asegura eso.

Que nos ha dejado un mensaje que hay que tomar con respeto.
Yo al menos pinto y seguiré pintando con Lluis Llach, no hay mejor compañía que un maestro como éste.

 
 

Verges 2007
Concierto completo


Biografía y Discografía de Lluis Llach
https://es.wikipedia.org/wiki/Llu%C3%ADs_Llach